Las empresas pueden reducir su carga tributaria. Pero ¡ojo! No se trata de optar por prácticas ilícitas para evitar el pago de impuestos, sino de poner en marcha una buena planificación fiscal y contable que opte por la decisión de negocio más adecuada en cada caso.
Los impuestos son una de las mayores pesadillas de las pymes y autónomos. En España la carga tributaria alcanza el 49%, una cifra muy superior a la media europea y mundial. Con este porcentaje, no es de extrañar que uno de los objetivos prioritarios de cualquier negocio sea reducir la factura con Hacienda, esto es, reducir el pago de impuestos. Pero ¡ojo! No hablamos de evasión ni de prácticas poco lícitas, sino de tener una correcta planificación fiscal y contable que minimice el pago de impuestos de forma legal y te haga tener al día tus facturas.
Es decir, que hay más de un modo de hacer las cosas y según el camino que escojas acabarás pagando más o menos impuestos. Claro que, para hacer una buena planificación fiscal y contable, es necesario conocer muy bien tanto el sistema impositivo, como los beneficios aplicables.
Ya sabes que con Hacienda es mejor no “jugar a la ruleta” porque cualquier pequeño error puede salir caro para tu negocio. Muy caro. Por eso, es recomendable pedir ayuda a un asesor fiscal profesional que, más allá de encargarse del temido papeleo contable, te guíe en tu negocio. Estas son algunas de las decisiones que pueden influir en la factura tributaria:
Además, no hay que olvidar que existen otras formas jurídicas como la sociedad laboral o las cooperativas, que en determinados casos pueden resultar más beneficiosas.
En el caso de los contratos laborales, tampoco es fácil elegir. ¡En España hay 42 modalidades diferentes! Algunos están sujetos a bonificaciones realmente interesantes, por lo que es necesario estudiar los requisitos para ahorrarnos una buena suma.
Más allá de estos cuatro ejemplos que comentamos, hay otras decisiones que también influyen en la cantidad de impuestos que se abonan, como las subvenciones recibidas, la financiación o las donaciones.
Al final, una buena planificación fiscal y contable consiste en trazar una estrategia transversal a todo el negocio que permita obtener mayores beneficios en la empresa. No es cuestión optar automáticamente por la vía que suponga menos impuestos, sino por aquella que resulte más ventajosa a largo plazo para el negocio. Una tarea en la que la ayuda de un asesor fiscal se hace imprescindible.
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Vía: empresaactual.com